Aló, ¿Fidel?


—Aló, ¿Fidel?

—Óyeme tú, me tienej preocupao, chico, ¿qué te pasa que me haj llamao cuarenta veces?

—Fidel, es que aquí está pasando algo raro…

—Qué cosa, mijo… ¿no me dijidte que teníaj ya controlao eso de la Coordinadora esa…?

—Sí, sí. Con ella no hay problema, ya tengo a los adecos ahí peleándose y aclarando cosas; eso no es lo que me preocupa…

—Entonces, ¿cuál ej tu majomía, mijo? Oye que estoy aquí con unos chinoj que quieren montad unaj vendutaj cedca de Playa Coco, aquí en Varadero y etamoj hablando de negocio… ¡tú! Mira, pod ciedto, esa gasolina que me madadte la udtima ve, coño vaya, ¿de dónde carajo la sacadte? Oye, deja eso pad padque, mira que aquí la gente no e’ boba, tú. Se la fui a vended a unoj gallegoj ded Meliá y me andaron pa la miedda. Oye, ¡eso huele a nido de mono!

—No, Fidel… si yo te dije que esa era el poquito que nos quedó en el fondo de la gasolina que trajimos de Malasia, te dije que te la iba a mandar para que fueras echando…

—Echando no, coño, ¡clase e’miedda que me mandadte! ¿Tú me quierej joded loj poco caharroj que tenemos aquí en la Habana, tú? Oye, la próxima vej mándame la padte de arriba y quedate tú con el fondito… (pérate Hugo, que me está hablando ed chino este…)

Se produce una prolongada pausa. Hugo Rafael mira el reloj y lee el artículo de prensa que le trajo su secretario.

—Aló, aló, ¿Fidel?

—Dime, dime, coño que a edte chino lo jodo yo también. ¿Qué te pasa, a ved?

—Aquí la cosa está cambiando, vale. La gente ya está hablando de tirarse a las calles con machetes, con lo que sea…

—¿Pero bueno, chico, ¿tu no me dijidte que te estaban haciendo una ciclo-no-sé-qué-carajo?

—Sí, una “ciclomarcha”

—Eso, eso… una “ciclomarcha”. ¿Cómo coño te van a tumbad con bicicletaj, tú eres comemiedda?

—No, no, hermanito, no… olvídate de la ciclomarcha…

—Bueno y ¿qué?, oye… apúrate que ed chino edte se me edtá encojonando, tú… dime, dime

—Aló, aló ¿Fidel?

—Sí, dime, coño… ¡te escucho!

—Fidel, tengo miedo, hermano... estoy preocupado. Aquí la gente ya está hablando de dejar las cacerolas y los pitos y de organizarse en marchas más agresivas…

—Oye, oye… oye. ¿Qué cojonej edtá haciendo el coco pelao, ese… ese que se cree Gahndi, ¿cómo se llama?

—Elías… Elías

—¿Cómo?

—¡Elías Santana!

—Ese, ese…

—No, el sigue igual, pero ya la gente está aquí hablando, como dices tú, “por la calle del medio” de golpes y de unirse a los militares, de salir a las calles y pedirle apoyo a los militares… tú sabes…

—¿Pero bueno, chico, tú no fodmadte el ejcándalo ese con laj fidmas del “Firmoletazo”, como yo te dije que hiciera?

—“El Firmazo”, Fidel… “El Firmazo”.

—Eso, eso… oye, ¡coño apúrate que tendgo edte chino encojano adlao!

—Sí Fidel, si… todo eso lo hice tal y como tú me dijiste… pero no creas, la gente no cayó mucho en esa “maroma”…

—¿Y no te cagadte en laj madrej de toj lo diplomáticoj esoj como te dije que hicieraj?

—Sí, sí… también lo hice, tú sabes que sí. Te envié el video, ¿no te lo dieron, Fidel?

—Sí, por ahí anda…

—Mira, este desgraciado de Carlos Ortega ya salió diciendo que yo no haré elecciones y cada día son más los que piensan como él y lo dicen abiertamente en la televisión… Yo creo que no voy a poder seguir guaraleándolos más con ese cuento de las elecciones para después de agosto…

—¿Guara qué…? Oye, te oidgo muy mal, viejo, muy mal…

—Guaraleando… ¡dando de largas!

—Ah, ¿curricaneando?

—Coño Fidel, si… no sé, como tú le llames. Óyeme, me están cambiando las señas aquí abajo ¿sabes?

—Bueno ¿y tú ya amarradte con esoj militarej como te dije que hicieraj?

—Sí, traté… pero tú sabes que no es tan fácil. Estamos dándole.

—Bueno viejo, oye ya esa gente se te edtá avispando… de aquí palante se van a dejad de comed tanta miedda con las cazuelas esaj...

—Con las cacerolas, Fidel… las cacerolas.

—Eso, eso, con las cacerolas esaj y van a dadse cuenta que por ahí no le entra el agua ad coco… Ya tú estabaj advedtio, yo te lo dije que no esperaraj que todo iba a sed madchaj y maj madchaj… tu sabe que ed bobo de la yuca se murió hace añoj, con to edte lío de la Intedné y to esa bobería. Cuadquied dia de edtoj salía un sodcio y te adborotaba ed gallinero…

—No, si por eso te llamo. Ya esos “socios” están saliendo… y descaradamente. Ya te dije, que el Ortega se me soltó el moño…

—¿Se qué?

—Se soltó el moño… ¡se dejó de güevonadas!

—Oye, Hugo… ya tengo aquí un chino adlao, tú, ¡háblame en cristiano!

—Sí, sí, está bien, pero no quiero que me oigan aquí en Miraflores. El hombre, tú sabes, el que tiene aquello en el labio de arriba, ¿me estás entendiendo?

—Ave María, Hugo, te voy a codgad…

—Bueno, Fidel… Ortega, coño, Ortega, ¡el de la CTV de mierda!, ya está descaradamente insinuado a la gente a que se tire a la calle en desmadre…

—Yo te dije a ti, Hugo, que trancaraj laj televisoraj, coño y tú no aprendej. ¿Tienej cojonej, o no tienej cojonej? ¡No haid negro guapo, ni tamarindo dudce! Óyeme, asere, pa edto que tu quirej hadced, mi socio, hay que tened loj dos parej de timbalej bien puedto, tú. ¡No creaj que vaj a seguid bailando to ed tiempo en casa ded trompo! . Eres igualito a Daniel. Te vas a joded pord no hacedme caso… ¿Ydespuéj dónde carajo voy yo a conseguid una gota de gasolina, vaya? No te odvidej de aquella poesía que te enseñé en Maggarita: esta vida ej un relajo en fodma de gallinero, y aqued que sube primero se caga en loj de abajo… pero si sube un guanajo de peso no muy ligero, pueda que se rompa ed gajo, y entoncej se va ad carajo, aqued que subió primero… ¿ta oyendo? ¡Dile a José Vicente que me llame, vaya!

—Sí, sí. La poesía esa, pero no te creas que no es tan fácil, así no más. Eso viene, seguro, pero todavía tengo que cuadrarme a unos cuantos militares aquí abajo. ¿Tú crees que yo no lo sé? ¿Tú crees que yo no sé que tenemos que cerrar las televisoras? ¡Yo lo sé! Cuánto no daría yo por terminarle de dar la patada a la mesa de una buena vez.

—Bueno, bueno… despuéj hablamos deso. Tengo ed chino edte atrá y ya me tiene empingao. Ta sacando cuenta aquí ed solo y eso ej malo con cojone. Mira a ved, sal en la televisión, invéntate adgo ahí, róbate unaj fidma o cuadquied cosa, como dices tú: guaralea, guaralea…

—Bueno Fidel, hermano…

ADVERTENCIA: Cualquier similitud con los personajes Hugo Rafael Chávez Frías y Fidel Castro Ruz y la situación que comenzamos a vivir en Venezuela luego de que algunos líderes decidieron hablarle claro al pueblo es pura coincidencia.

El Hatillo, 11 de febrero de 2003